jueves, 26 de agosto de 2010

Celos

Determinaría los celos como el peor mal para una pareja. Como el agua para las brujas, el sol para los vampiros, la sequía para la cosecha, los espartanos para Jerjes, etc. Aquejan al mundo como un mal endémico. Partimos de algo simple de palpar como son los celos, algo tan íntimo en la pareja y simple. Pero la base de los celos no es la pareja, no es la atención al otro o el amor excesivo. La base es lo posesivo. No hay que engañarse. Muchas veces oigo la excusa de que algo de celos es bueno, demuestra interés y atención. No es cierto. Los celos son celos, prestar atención y cuidado es cosa completamente distinta. A no jugar con las palabras.


¿Por qué me remito a este tema? ¿Algo que podría salir simplemente en una Cosmopolitan? Muy simple. Porque es la base de la infelicidad de una gran mayoría. Es una constante pelea en la mente humana y es patético, en el sentido exacto de la palabra, ver tanto futuro desperdiciarse a base de un sentimiento –por así llamarlo- tan vil. Quiero dar mi perspectiva.


Acercando una definición de lo que sería encontramos “Interés extremado y activo que alguien siente por una causa o por una persona”. Nada más alejado de la realidad. Los celos significan un desinterés absoluto hacia el otro y un interés insano hacia uno mismo. Hacia el deseo, la inseguridad y egoísmo en su peor sentido.


Antes de plantear los celos hacia otro ser debemos pensar algo más básico. ¿De quien somos? De nadie. Del universo quizá o de Dios si en él se cree. ¿Entonces quien da un derecho natural supuesto a un fulano a determinar como debe comportarse otro para satisfacer su propia necesidad de seguridad? Incluso aunque pertenezcamos a Dios o al universo, ambos nos dejan ir.


Un proverbio budista muestra una pauta fundamental para entender como funciona el deseo de poseer. Si se sostiene una moneda con el puño mirando al frente con mucha fuerza inevitablemente en algún momento la mano comenzará a sudar. Se acalambrará, se cortará la circulación y eventualmente la moneda caerá dejando una mano dolorida y ruin. Si mantenemos la palma abierta la moneda no cae y nuestra mano está relajada y simplemente es.


El deseo de no perder destruye. Un transparente cliché ya es la frase “el que teme perder, pierde”. Pero tan recurrida es como cierta. Pero la certeza está en que la mayoría de las frases llenas de sabiduría se repiten hasta el hastío sin comprender su verdadera esencia. Pues solo está compuesta de palabras. No de verdadero entendimiento.


El que teme perder pierde porque no mantiene la calma. Porque no es verdadero. El que cela es porque
desea poseer y controlar absolutamente. En este sentido encontramos un hermoso descubrimiento… Todo está fuera de control. Nada es controlable. Y lo más interesante es que en general cuando se deja ir y no se busca controlar, se encuentra, se es feliz, se haya paz y sabiduría. Y aunque perdamos, no perdemos, pues nunca buscamos poseer y solo dejamos fluir lo que nos rodea.


Los celos son veneno. Se puede entender racionalmente pero luego ataca nuestra mente como cuchillos que aparecen, cortan y penetran. Lo más conveniente entonces para presentarse contra este virus de los sentimientos es meditar en cada momento que surgen sin expresarlos infructuosamente y destruir momentos de nuestra vida innecesariamente. Es algo que debemos conversar dentro, pues el otro, a menos que también esté contaminado y de veras los genere, nada tiene que ver aunque todo evidencie lo contrario en nuestra mente. No es sencillo pero una vez que dejamos que las cosas sucedan sin tirar de la cuerda con brutalidad o tratar de controlar, todo se vuelve claro, verdadero y hermoso.

domingo, 22 de agosto de 2010

El Antihéroe

¿Que es el antihéore? La definición que nos acerca la Real Academia Española es la de "un personaje que, aunque desempeña las funciones narrativas propias del héroe tradicional, difiere en su apariencia y valores". Al parecer en los últimos años el antihéroe ha logrado subir importantes escalones en su recorrido al corazón de nuestra cultura. Pero... ¿Por qué?

He sido testigo de algunos antihéroes que, a pesar de cuestionarlos consciente o inconscientemente, han impactado en mí llegando a justificar lo que en algún momento parecía injustificable. Siempre sintiendo algo retorciéndose en mi interior… por momentos logré admirarlos. En este sentido, lo asemejaría a robar algo que era mío o que se me debía. Sé que lo que estoy haciendo podría justificarse de alguna manera, pero igual me sigo sintiendo perverso. Hacer algo con confianza pero saber que en el fondo no está bien.

¿Por qué el antihéroe es un fenómeno de estos tiempos? ¿Nos puede favorecer en algo? ¿O solo es una prueba de corrupción de ciertos valores? Considero que lo que llama la atención y los sentimientos acerca de esta suerte de héroe corruptible es que es muy humano. Los héroes se hacen cada día más humanos. Con falencias, con virtudes menores, con historia, con sentimientos contrapuestos, con rutina y por sobre todo con debilidad hacia ciertas tentaciones o conductas.

Tony Soprano de la famosa serie “The Sopranos”, Lord Vader de "Star Wars", el Guasón de la última de Batman “The Dark Knight” o Tony Montana de “Scarface”. Remarco que el gran personaje de Batman fue el Guasón y no el caballero de la noche. Fue ese personaje retorcido, complejo, humano, transparente –solo en algunos sentidos- el que penetró en los sentimientos de la audiencia.

Lo que veo es lo siguiente. En todos los casos estos personajes sacan de la esfera de la fantasía sus sentimientos oscuros y los hacen realidad. Así, son violentos, tienen agallas para hacer lo que les place y sin importar ni medios ni resultados. En una sociedad como la que vivimos en la que tanto se nos impone, en la que difícilmente se duerme, con jefes verdugos, con profesores torturadores, familias que crean presiones ingentes, estos héroes con valores oscuros, realizadores de grandes acciones despiertan emoción y deseo en nuestros corazones. El deseo de rebelarnos, el deseo de vivir llevados por nuestras emociones y de no estar más bajo el pie de hierro de quienes están encima nuestro o sometidos al yugo del día a día.

Superman, un exponente por excelencia del -¿antiguo?- héroe representaba la suma de todos los valores morales en una persona. Esto significa, Superman es justo, reprime cualquier deseo de violencia innecesaria, no mata, busca el bien del prójimo por sobre cualquier cosa, no miente, etc. Así también surgió la idea de que Superman tampoco es humano. ¿Qué humano podría ser tan humano como él? Es cierto, Superman no es humano, es extraterrestre pero tampoco existe fuera de la pantalla o los cómics. De esta manera pareció la serie “Smallville” dónde descubrimos que por momentos nuestro héroe, Clark Kent, –aunque sea solo corrompido por sustancias extraterrestres o hipnotizado – también tiene sentimientos ocultos de arrogancia y deseos de hacer lo que le plazca.

El impacto que veo en nosotros, mortales, seres humanos sin poderes especiales, con respecto a esta intromisión del héroe oscuro es que en algún sentido desvía una balanza delicada. En otro nos da fuerza.
Somos humanos y siempre tendremos desvíos del camino que queramos elegir. Creo que este ser ficticio nos puede dar algo bueno: las agallas. Nos puede demostrar que podemos hacer lo que deseamos y no temer siempre. Diría el protagonista de Green Street Hooligans, “en ese momento me di cuenta que no estamos hechos de vidrio”. No estamos hechos de vidrio. Tampoco de acero. Pero no podemos vivir con miedo a tomar decisiones o a perder cosas. El antihéroe decide con fuerza y va contra la corriente. Pero al mismo tiempo pierde valores importantes. Valores de amistad, de honor con quienes están a nuestro lado, de lealtad, de protección, etc.

El héroe es alguien a quien solo podemos aspirar. Nadie será puro como las leyendas porque somos humanos. Pero podemos anhelar. Está bien errar, está bien dejar ir, y escucharnos a nosotros mismos a veces por sobre los valores morales. Pero sabemos que podemos ser mejores. El oscuro en cambio nos muestra algo que fácilmente podemos llegar a tener. Pero –y generalmente se muestra en aquellos a los que cité al comienzo- su vida y final son tristes y vacíos. Les espera una horrible muerte, la infelicidad o el encierro. Tomemos el coraje del antihéroe para enfrentar a veces a los que queremos, a los que no queremos o a las presiones vacuas. Pero no lastimemos innecesariamente a los que están a nuestro lado. Tomemos los valores de Superman para que en los momentos clave sepamos fortalecer nuestras decisiones por sobre el egoísmo. Incorporemos el carácter fuerte del antihéroe para romper esquemas cuando nada funciona y necesitemos un cambio o un momento con nosotros mismos. Pero anhelemos al héroe y no al desmedido al que al final solo acompaña el sufrimiento.